Vivir con diabetes

La vida cambia repentinamente cuando aparece una diabetes. Si un paciente joven se entera de que sufre de la diabetes tipo I, esto es en un verdadero shock.

Pacientes con diabetes no se diferencian de otros seres humanos. Sólo que su páncreas falla y la persona debe encargarse ella misma del trabajo de éste. Esto sifnifica: medir toda una vida el nivel de azúcar en la sangre, inyectarse insulina toda la vida... no es una perspectiva muy bonita para una persona joven, que recién se encuentra al comienzo de su vida.

Muchas preguntas

¿Por qué justamente yo? ¿Aún puedo practicar deportes? ¿Qué es lo que van a decir mis compañeros de curso? ¿Qué sucede si sin querer entro en falta de azúcar en la sangre? ¿Aún podré realizar el trabajo que quiero hacer?

Estas son sólo algunas de las preguntas que aparecen de repente cuando hay que vivir con diabetes.

Hoy en día se hace mucho por entregarle a cada diabético suficiente saber y técnica para que pueda llevar una vida normal. El diabético con la diabetes tipo I recibe exhaustivas instrucciones y aprende como debe regular en un futuro el suministro de insulina y la comida.

Después de algunas semanas vuelve una sensación de tranquilidad a la vida, la que – al igual que el metabolismo – había entrado en desorden con la diabetes.

Durante la vida de un diábetico aparecen muchas preguntas acerca de la vida cotidiana, por ejemplo:

¿Qué pasa con la diabetes y el alcohol? ¿Puedo hacer la licencia de conducir? ¿Cómo manejo el comer secretamente golosinas (Quién no lo hace?)? ¿Qué hago si me inyecto públicamente insulina y la gente me queda mirando fijamente?

En colaboración con el médico tratante, las familias y los amigos de jóvenes diabéticos aprenden a superar estos problemas de la vida cotidiana. Viven una vida como todos los demás, estando sin embargo obligados por su enfermedad a desarrollar tempranamente un sentimiento de responsabilidad hacia el propio cuerpo, mientras que gente de la misma edad vive irreflexivamente el día a día a fondo.

Diabetes tipo I y los deportes

¡En los juegos olímpicos cada vez vuelven a participar deportistas con diabetes! El tratamiento moderno consistente en controlar uno mismo el nivel de azúcar en la sangre y suministrar la cantidad exacta de insulina, hace posible el deporte de competición con diabetes.

El deporte es provechoso y útil en el caso de la diabetes

Los deportes tienen una gran influencia sobre la diabetes y el metabolismo:

• El nivel de azúcar baja considerablemente – por supuesto que con el peligro de una baja de azúcar

• El cuerpo necesita menos insulina. Los músculos absorben más fácilmente el azúcar si están en fuerte actividad.

• El cuerpo comienza a estar en buena forma; el sistema cardíaco-circulatorio se refuerza; el peso del cuerpo se mantiene normal (la insulina puede provocar una sensación de hambre que a largo plazo puede llevar a una subida de peso)

Antes de comenzar a practicar deportes, un diabético debe conversarlo con su médico.

Si daños resultantes pueden ser reconocidos en diabéticos ya mayores, el tipo y la intensidad de la actividad física debe adecuarse a estas enfermedades.

Y: existe el peligro de una baja de azúcar al practicar deportes

El diabético debe prevenir este caso. Para ello cuenta con dos posibilidades:

• se baja la dosis de insulina
• se come alimentos ricos en carbono de hidratos

Lamentablemente esto en la vida cotidiana no es tan fácil como parece. En qué medida el deporte baja el nivel de azúcar depende de numerosas circunstancias:

• ¿Cuándo fue la última vez que ha sido inyectada insulina?

• ¿Qué tipo de insulina ha sido inyectada?
• El nivel de azúcar actual
• Momento de la última ingestión de alimentos y la cantidad de carbono de hidratos
• Duración, tipo e intensidad de la actividad física

La diabetes y el deporte – se trata de una ciencia propia.

¡Así también es posible el deporte de competición!

De todos modos tanto el entrenador como los compañeros de equipo deberían saber que uno tiene diabetes. En el mejor de los casos ellos saben qué hacer en el caso de una baja del nivel de azúcar.

Idealmente el diabético siempre lleva consigo un poco de glucosa para el caso de emergencia.